El muelle en Gili air. |
Había que
madrugar ya que el barco hacia Lombok salía a las 8.30 hs desde el muelle de
Gili Air. A las 8 hs estábamos allí y nos encontramos con Jones (Juana) una
vasca que conocimos durante el viaje a las Gili. Ella iba también al aeropuerto
de Lombok pero viajaba hacia Australia donde tiene familia. Después de 15
minutos y con un mar tranquilo llegamos a la costa de Lombok. Un bus nos llevó
hasta el aeropuerto en una hora y veinte minutos. Quedaban algunas rupias que
gastar antes de irse. Encontré una camisa típica indonesia y aproveché la
última oportunidad. Todavía nos quedaba algo de dinero indonesio y bastante
tiempo hasta el vuelo hacia Bali. Vimos un cartel que decía “lounge Sheraton”
en la primera planta del aeropuerto. Por 95.000 rupias (5 euros) podías entrar,
sentarte en los cómodos sofás, comer y beber todo lo que quisieras, ver la tele
y navegar en los ordenadores que había a disposición del cliente. A que no se imaginan
donde matamos las últimas rupias. Nunca entré en este tipo de hoteles y no creo
que lo haga más en la vida, pero había que aprovechar el súper combo del Sheraton
hotel.
Después de salir de la burbuja vip nos fuimos a la sala de embarque. El
avión salía a las 16.10 hs hacia Bali. O eso creíamos. “Hay retraso, saldrá a
las 18 hs” nos informan. Justo hoy que es el vuelo más importante. El vuelo de
Bali hacia Yakarta salía a las 20 hs. Más apretado imposible. Pedimos que nos
suban las mochilas en el avión ya que iba tocar correr hacia el embarque en
Bali. Nos quejamos porque no ponen información por ningún lado sobre el retraso
en los monitores ni informan a los pasajeros por ningún otro medio. Pero ya se
sabe cómo va esto. Si en España las compañías aéreas se tocan los huevos con
estos temas aquí se los rascan a ocho manos. Toca respirar hondo y acordarse de
la familia al completo de los hermanos Wright. Aterrizamos en el aeropuerto de Denpasar
en Bali cuando quedaban 40 minutos para que se fuera el avión de Citilink hacia
Yakarta próxima escala antes de volar rumbo a Qatar y de allí a Barcelona. La
terminal desde donde salía el avión era la nueva por lo tanto más lejos.
Llegamos por los pelos para facturar y recoger los billetes del vuelo. Seguimos
corriendo hasta la puerta de embarque. Empapados en sudor nos informan que el
avión saldría con un retraso de 30 minutos. Como diría Mourinho ¿por qué?
Llegamos a Yakarta
y tuvimos que patear media hora entre terminales para poder llegar a la sala de
embarque, previo pago de 150.000 rupias de simpática despedida en forma de tasa
aeroportuaria, y tomar el vuelo de la magnífica Qatar airways. Luego de varias
horas volvemos a la capital de Qatar. Esta vez es de día lo que nos permite
apreciar la sequedad de la región, el panorama desértico de los alrededores y
sentir la potente temperatura que hace por esta zona. A pesar de ser un país rico
y desarrollado tecnológicamente sorprende ver a muchas mujeres locales, más que
verlas intuirlas, totalmente tapadas de negro a excepción de los ojos. Atuendo
ideal para ganar al escondite.
Aviso de vuelo. |
Y colorín
colorado este cuento se ha acabado. Como guinda me voy a poner filosófico. Indonesia
es un país enorme del que solo pudimos tener un pantallazo. Naturaleza
desbordante, gentes sonrientes, costumbres muy diversas, olores y sabores de
todo tipo son solo algunas palabras para definirlo. Un viaje enseña que por
suerte la diversidad es inmensa. Que hay otras formas de ver y hacer las cosas. Que con poco
hay mucha gente feliz. Que los peligros existen pero que lo más peligroso es inventarse los peligros.
Que hay muchísima más gente de buena fe que lo contrario. Que hay que conocer
para poder hablar. Terima Kasih Indonesia.
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